En 1965 la Dirección General de Bellas Artes encargó a los arquitectos Fernando Higueras y Antonio Miró el proyecto para un centro de restauración y formación de restauradores.
El inmueble, de hormigón armado visto, está inscrito en un círculo de 40 metros de radio dividido en 30 gajos principales que en la crujía exterior se parten en dos. Se distribuye en cuatro plantas circulares, conectadas verticalmente por medio de dos núcleos de escaleras y ascensores.
En los pisos superiores la circulación horizontal se efectúa a través de dos anillos concéntricos internos, y en el exterior del edificio hay un tercer anillo que posibilita la circulación rodada de vehículos pesados y el acceso de los bienes culturales de gran tamaño directamente a los talleres.
Las obras se iniciaron en 1966, pero se paralizaron cuatro años más tarde. Finalmente, en 1985, el edificio se convirtió en la sede del recién creado Instituto de Conservación y Restauración de Bienes Culturales. Se acometieron entonces algunos cambios, tales como la eliminación del ajardinamiento del patio central, cubrimiento con una cúpula de cristal y construcción de la biblioteca en la planta sótano.
El edificio puede encuadrarse, como casi toda la obra de Higueras, en el contexto de un organicismo tardío y expresionista. Es sin duda una de las obras más significativas de la arquitectura Española contemporánea. Fue declarado Bien de Interés Cultural, por Real Decreto 1261/2001, de 16 de noviembre.
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