La restauración de este lienzo forma parte de una intervención sobre siete cuadros del Museo Sorolla, institución con la que el IPCE ha colaborado en diversas ocasiones durante los últimos años, tanto en la restauración de pintura como de material gráfico.
El gran formato de La Siesta constituye el primer obstáculo para acometer su restauración, que también se ve dificultada por las diferencias de espesor de la capa pictórica. Antiguas goteras habían dejado manchas muy marcadas en la parte posterior del soporte y debilitado considerablemente la preparación, que se desprendía con facilidad del tejido y formaba grietas y pequeñas lagunas en los tonos verdes de toda la parte inferior. Se observaban graves problemas de adherencia entre la imprimación y el soporte también debidos a la caída de agua. En un momento indeterminado, la pintura había recibido una capa de barniz de una resina natural que, sobre todo en los colores rosados, se había descolgado en gruesos goterones. Esta protección no se presentaba excesivamente amarillenta o degradada y ni producía brillos antiestéticos o irregulares en la pintura.
En primer lugar, se fijaron todas las zonas debilitadas y levantadas, las más frágiles en el propio museo, antes de trasladar la obra al IPCE. El tratamiento del soporte consistió en la colocación de delgadas tiras de tela de lino y el tensado del lienzo sobre el bastidor, al que se clavó con tachuelas nuevas. Una vez terminados los tratamientos de conservación, se procedió a la limpieza superficial de la pintura, mediante algodones humedecidos con agua. El barniz fue retirado parcialmente, sólo donde había formado goterones oscuros y en las zonas más estables de color. Por último, se llevó a cabo el estucado y reintegración cromática de las pequeñas lagunas y se aplicó una ligera capa de barniz retoque para regenerar la superficie sin barniz.