Se trata de un conjunto de cuentas ensartadas formando un collar y una pulsera, procedentes de un hallazgo casual, que se custodian en el Museo Arqueológico y Etnológico de Córdoba. La pulsera está formada por veintiséis cuentas, el collar por tres filas de diferentes tamaños; según los análisis realizados la gran mayoría de ellas están realizadas en una aleación de oro (49,36%), plata (41,86%) y cobre (8,77%), un oro muy bajo. Las cuentas se construían uniendo dos láminas semiesféricas de metal sobre un núcleo de arcilla o yeso y se perforaban los extremos para poder extraer el material del núcleo y ensartarlas y posteriormente, se decoraban con filigrana de hilo retorcido o torsionado y granulado. En muchas de ellas aparecen reparaciones y en otras una doble perforación: quizá sean las cuentas de cierre del collar.
Las cuentas presentaban un estado de conservación deficiente a su llegada al IPCE, que se concreta en fragilidad estructural, deformaciones mecánicas, fisuras y perforaciones y pérdidas de material en algún caso. Además algunas cuentas presentaban una pérdida considerable de plata y cobre en superficie con el consiguiente enriquecimiento de oro –de ahí su tono dorado-, así como corrosión generalizada, intergranular en algunos casos. En la superficie se podía observar la presencia de grandes cúmulos de gran dureza de color verdoso, localizados puntualmente –malaquita, carbonato de cobre- así como unas capas regulares y homogéneas de color negro (sulfuro de plata), bajo la cual se encontró cloruros de plata. Presencia de calcita y aragonito. Las radiografías permitieron constatar que la corrosión no había afectado al núcleo de manera importante.
El tratamiento que se llevó a cabo en el IPCE consistió en limpieza mecánica y manual y limpieza química; una limpieza mediante radiación láser –Nd: YAG bombeado por diodos, de clase IV y 1064 nm de longitud de onda-, fue necesaria en aquellas cuentas que presentaban ciertos productos negros de gran dureza, incrustados en zonas frágiles de difícil acceso. Después de un proceso de secado y neutralización se aplicó una capa de Incralac al 5% en acetona por inmersión. La intervención del IPCE concluyó con el diseño de un embalaje que asegure su traslado y conservación.