Situado entre las sierras de la Tercia y Espuña, en el paso entre la Meseta y la costa mediterránea, Aledo se erigió como plaza estratégica en el contexto medieval del ámbito islámico primero, de la Reconquista después, y finalmente de la Encomienda de Santiago. El núcleo urbano se dividía entonces en una fortaleza levantada por Alfonso VI, dotada de torre del homenaje y recinto amurallado, y un caserío, también defendido por su propia muralla y antemuro, así como por “La Torreta” o Torre del Agua, elemento de defensa extramuros.
En conjunto, el recinto medieval abarca una superficie aproximada de dos hectáreas con un perímetro de muralla de unos 507 metros lineales en forma de polígono irregular. En época musulmana lo constituían sencillas tapias con pretil y almenas, que tras la Reconquista fueron, bien reemplazadas, bien forradas con fábrica de mampostería.
En la actualidad las murallas de la villa se conservan sólo parcialmente, con lienzos en algunos casos desaparecidos, y en otros casos de pequeña o mediana envergadura, alzados escasos, notables pérdidas de su costra o forro externo de cal, e incluso con puntuales problemas de estabilidad debidos a empujes de rellenos acumulados en la cara interna de los muros. Por su parte, el recinto defensivo de la fortaleza presenta también algunos lienzos muy degradados, carentes de forro externo y con alzados medianos o escasos. Entre las causas de estos deterioros puede destacarse la incidencia de las aguas de lluvia, así como de ciertas canalizaciones, la proliferación de arbustos y especies vegetales parasitarias, la acumulación de suciedad en los paramentos, pérdidas de revocos en algunos sectores, y el deterioro y disgregación de los morteros que actúan de aglutinante en las juntas de ladrillos, sillares y mampuestos.
El proyecto de consolidación tenia los siguientes objetivos: eliminar las causas de degradación de las murallas y consolidar los elementos que todavía hoy las conforman.