Zamora, bautizada como “la bien cercada”, llegó a contar con tres recintos amurallados. La primera de las murallas, que encierra el casco histórico, es la mejor conservada. Se construyó con sillería bien escuadrada, calzada con cuñas de pizarra, y presenta una planta de dibujo quebrado, con entrantes y salientes de ángulos poco marcados, que buscaba una defensa más eficaz.
El tramo restaurado incluye el cubo (torreón circular) del Sillón de la Reina y el postigo de la Traición (hoy denominado oficialmente de la Lealtad), puerta por la que la tradición romancera cuenta que entró el noble Vellido Dolfos, perseguido por el Cid Campeador, tras matar al rey Sancho II de Castilla.
El adarve y sus escaleras de acceso presentaban múltiples faltas, como pérdidas de adhesión del mortero y roturas. También eran numerosos los sectores del paramento que mostraban degradación de sillares y morteros, además de abundante vegetación, lo que amenazaba con causar desplomes parciales. Algunos revocos de cemento de intervenciones anteriores habían originado igualmente degradaciones en la capa exterior de los sillares, cuñas y rejuntados originales.
La intervención ejecutada por el IPCE, que arrancó en 2010,incluyó la limpieza e impermeabilización de los muros y del adarve, así como la rehabilitación de este y de sus escaleras a fin de posibilitar el acceso público. Los muros y elementos de separación y protección ajenos a las fábricas originales han sido demolidos. También se ha eliminado la vegetación y los revocos superpuestos en restauraciones modernas, además de reintegrar sillares y morteros donde era necesario.
Paralelamente a esta intervención, el IPCE ha realizado durante 2011 una obra de emergencia en la parte de la muralla correspondiente a la cuesta del Obispo. Asimismo, tiene previsto para los próximos años la restauración de los tramos de la cuesta de los Pepinos y la ronda de Santa Ana.