La torre se integra en el conjunto de la iglesia de Santa María de Ricla, protegida como Bien de Interés Cultural y ejemplo de la arquitectura mudéjar aragonesa declarada Patrimonio Mundial, y es uno de los edificios más característicos de la provincia de Zaragoza.
En el examen realizado por el IPCE, con carácter previo a la intervención, se detectaron lesiones de carácter estructural, como deformación de forjados, degradación de las escaleras de madera y deterioro de materiales, como por ejemplo el ladrillo de la fábrica.
La finalidad del proyecto fue la restauración de las fachadas, cubiertas e interior del inmueble y la consolidación de las instalaciones de la torre. Las acciones del IPCE en la iglesia incluyeron el seguimiento y control arqueológico necesario para la documentación de los procesos de restauración que realizaron, así como el planteamiento de una nueva instalación de electricidad e iluminación, la adecuación del inmueble a la normativa contra incendios y la colocación de nuevos yugos para las campanas.