El Castillo de san Fernando de Figueras es uno de los ejemplos más brillantes de la ingeniería militar española. Con una superficie de 215.000 metros cuadrados y un perímetro de cuatro kilómetros, ocupa una colina que domina la ciudad de Figueres y permite una amplia vista panorámica del Alt Empordà. Fue diseñado y construido entre 1753 y 1766 por el ingeniero militar Juan Martín Zermeño como fortaleza abaluartada de doble recinto, siguiendo el sistema defensivo de tipo “Vauban”. A pesar de haber perdido buena parte de su importancia estratégica, desempeñó un papel destacado en la Guerra contra Francia (1794), en la Guerra de la Independencia (1808-1812) y en la Guerra Civil (1936-1939). En él se reunieron, por última vez, las Cortes de la II República, antes de pasar al exilio.
La intervención del IPCE tenía como objetivo limpiar, sanear y rejuntar los paños oriental, occidental y norte del ala Este del hornabeque -fortificación exterior que se compone de dos medios baluartes trabados con una cortina-. Asimismo el proyecto perseguía renovar funcionalmente las cubiertas de tierra correspondientes a sus cinco casamatas -bóvedas para instalar piezas de artillería- y al cuerpo añadido al Este, recomponer las explanadas, los parapetos y las troneras correspondientes a toda la zona, eliminar los añadidos interiores de la casamata Norte y de la correspondiente al paso de entrada, y reordenar las instalaciones existentes, mejorando la iluminación, tanto la exterior como la correspondiente a la zona de paso.
Una vez iniciadas las obras, se encontraron en las cubiertas de las casamatas unos tejados y un sistema de canales y drenajes a la francesa, ocultos bajo una capa de tierra para amortiguar el efecto de los proyectiles. A raíz de este descubrimiento, dado su valor histórico y constructivo, se decidió modificar el proyecto para hacer visitable esa zona con el fin de permitir futuros estudios y análisis.