La catedral de Santa María es un templo de transición del románico al gótico cuya fábrica tiene comienzo en el siglo XIII, aunque los trabajos continúan hasta el siglo XVIII. Su estructura, de planta basilical de cruz latina con tres naves y transepto bien definido con un gran ábside central y dos absidiolos laterales, se enmarca en modelos muy extendidos, sobre todo en la Francia septentrional, ligados a comunidades de monjes benedictinos.
Se detectan las siguientes patologías en el interior de las naves de la catedral: pérdidas de revestimiento superficial de bóvedas y muros, degradaciones puntuales de los sillares por filtraciones de agua, una capa de suciedad generalizada y necesidad de restauración en diversos elementos artísticos interiores. En otro orden de incidencias, el conjunto catedralicio en general presenta diversas barreras arquitectónicas.
El objetivo del proyecto ha sido intervenir en todas estas patologías así como acometer una adecuación del monumento a la visita en términos de accesibilidad y seguridad. De este modo se plantea la incorporación, con un mínimo impacto sobre los valores patrimoniales del monumento, de unos recorridos accesibles alternativos señalizados que permitan un uso adecuado a las distintas funciones del edificio, a través de: rampas que salven distintos desniveles, una readaptación de las escaleras y la renovación de las instalaciones eléctricas, audiovisuales, de evacuación y contra incendios.